viernes, 23 de mayo de 2014

Los Sofistas: Entrevista a Jorge Quien


Los Sofistas es un cómic creado por Jorge Quien (seudónimo del dibujante de cómics y docente Jorge Opazo), cuyo contenido supone un desafío para el lector, obliga a estar atentos a cada una de las viñetas, con un desarrollo que explora elementos poco comunes en este campo. Quisimos conocer un poco más de Los Sofistas, a continuación la entrevista:   



1. El Pentagrama de superficie, la rasgadura subliminal son figuras literarias que ayudan a la intención de la historieta de repensar incluso elementos cotidianos. Dotar de nuevos nombres a estos elementos  te hacen estar atento aún más al desarrollo de cada entrega. ¿De dónde nace la idea de ese manejo lingüístico  tan
particular?,¿las figuras literarias son el soporte e hilo conductor de la historieta?


El Pentagrama de Superficie y la Rasgadura Subliminal se mostrarían muy agradecidos de su pregunta. Cuando empecé Los Sofistas no tenía mucha idea de a dónde quería llegar. Lo que sí sentía era la necesidad de llevar el lenguaje, el habla de los personajes, al límite. No tanto de su sentido o significado, sino de su sonoridad e incluso de su materialidad. Tanto así que el diálogo de Los Sofistas genera efectivamente formas concretas de lenguaje -formas que flotan en el aire- e incluso en un momento forjan una criatura viviente llamada Snort. Entonces me concentré en la estética del texto. Es decir, en su textura. Así fue cómo los personajes empezaron a hablar como descocidos. El habla de Los Sofistas le debe mucho al Teatro del Absurdo. Textos como el Cepillo de Dientes, del dramaturgo chileno Jorge Díaz, o La Cantante Calva de Ionesco me quedaron dando vueltas desde la escuela secundaria. Beckett también está presente, aunque a él llegué mucho más tarde. Cuando yo era chico repetía mucho mi propio discurso. Es decir, me quedaba meditando, paladeando, repitiendo mentalmente las últimas palabras que salían de mi boca. No sé porqué lo hacía -aún lo hago de vez en cuando-, era como degustarlas, como despojarlas de sabor y sentido, acabarlas. En Los Sofistas llevo a cabo el mismo ejercicio con otro grado de madurez. Porque ese lenguajeo terrible conduce finalmente a espacios de silencio. Si así no fuera no me interesaría en absoluto. 


2.  El rol del narrador es fundamental, tiene el poder de influir dentro de la historia, el poder de incidir en la historia e interactuar con los personajes,  convirtiéndose él mismo en un personaje. Es el  que representa los sistemas de opresión: el conspirador,  el vigilante, el burócrata, el observador (cámaras de vigilancia). ¿Pasa de un papel casi omnisciente al de villano de la historia? 

El Supervisor Esférico se mostraría muy agradecido del fundamentalismo que le adjudica. Se trata de una especie de consciencia que transita distintos papeles a lo largo de la historia. Un sabelotodo que está en todas partes, dentro y fuera del relato. Por un lado hace de link con el lector, a quién interpela regularmente, refregándole en la cara su condición de "sobreviviente". Y por otro, es parte constitutiva del drama. Es, en realidad, la columna vertebral de la historia. Él sabe cómo fueron las cosas y sabe perfectamente lo que le espera. Arrancó como un simple funcionario de televisión, llegó a estar al mando de un equipo de inteligencia y terminó como pura consciencia flotante. También es, a ratos, mi propia voz, la voz de muchos, que en medio de la locura del mundo nos preguntamos quiénes somos y qué hacer. De tal manera que el narrador es real y ficticio al mismo tiempo. Hay otros personajes que proceden de la realidad y que están exagerados -todo en Los Sofistas es de una gran exageración- como Tom Ford, Don Francisco y Joseph Beuys, entre otros.





3. La dualidad de la historieta es impactante, critica al mismo tiempo los puntos débiles de la cultura y contracultura. ¿Se ha tenido que deconstruir el universo para tocar esos puntos de manera implacable e impecable?


Los Sofistas se mostrarían muy agradecidos de esos dos últimos adjetivos. He tenido, sí, que deconstruir mi propio universo, deconstruirlo y desmitificarlo. Un ejercicio nada fácil. En efecto, no ha sido fácil ir en contra de algunos ídolos como el mismo Beuys (en la ficción es el ideólogo del gobierno) o en contra -valga la redundancia- del concepto de Contracultura promovido por el poeta chileno Enrique Lihn (el Palacio de la Contracultura es la sede de gobierno). Más allá de la admiración que les profeso a ambos, Beuys y Lihn se han mostrado particularmente contingentes en el contexto de mi hacer. Actualmente se exhibe en la Fundación PROA de Buenos Aires una exposición antológica de Beuys, en la participé como montajista y en la que pude interactuar directamente con sus objetos. En cuanto a Lihn, acaba de salir Nada se Pierde con Vivir, un libro que reúne los tres monólogos del poeta, una de las mejores cosas que he hecho. Entonces en Los Sofistas me propuse también ir en contra de mi mismo, ver hasta dónde podía llegar incendiando mi propia biblioteca. Afortunadamente el proyecto se convertirá en libro a fin de año. Entonces podré quemarlo y ver qué pasa.




4.En las últimas entregas se puede observar  un desesperado transitar entre la distopía y el nihilismo. ¿Es una búsqueda que muda los lineamientos de una historieta convencional en donde el desarrollo temporo-espacial es casi lineal por un desarrollo digamos rizomático?



El autor se mostraría muy agradecido de semejante papel innovador. Pero ese rizoma narrativo fue un constructo necesario para explicar las distintas dimensiones en que se mueve la trama a partir del cuarto episodio. Necesario para administrar el absurdo inicial, que arranca sin anestesia. Tenga en cuenta que esto comenzó caprichosamente en 2010, y en un principio todo se resolvía en el tercer episodio, con la llegada de la muerte. Pero ¿se resolvía realmente? No. Había arrojado la piedra al estanque, tenía que explorar su profundidad. Porque en ese espacio interior divisaba hongos, gusanos, pero también polvo de estrellas. Entonces me dije ¿por qué habría de terminar todo así si la muerte no es el fin, sino un inmenso continuará? Y decidí ir más allá, a través de una y dos y tres reencarnaciones. Y ahí vamos, más o menos en la mitad de la historia. Hay mucho para decir todavía. Después, el silencio. 





Entrevista por Johanna Muñoz F.

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→ →  Página oficial Jorge Quien: http://www.jorgequien.com/ 



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